Lunes 08 octubre
Socio director de Capital Empresarial
Economista & Consultor Financiero
La vida humana está necesariamente marcada por el tiempo. “Somos ríos que van a dar a la mar, que es el morir”. Como decía el gran poeta español Jorge Manrique.
En nuestro México de la transición democrática, hay diversos ciudadanos que se aferran al pasado, pensando que «cualquier tiempo pasado fue mejor».
- Viven de los recuerdos y en la nostalgia.
- Les asusta la novedad y el cambio.
- Se aferran al «aquí las cosas siempre se han hecho así», sin caer en la cuenta de que quizás por eso haya que hacerlas distintas.
- Hunden su sentido de compromiso, en un incuestionable imperativo histórico.
Otros prefieren vivir en el presente, un punto que hay que aprovechar al máximo antes de que se disuelva. Por esa razón, los que viven el presente hay siempre un punto de melancolía y desengaño: quisieran que el reloj detuviese el tiempo en su mano, pues el tiempo pasa más rápido de lo que son capaces de disfrutarlo.
Pero, se les olvida que el tiempo propio del hombre es el futuro: los ríos siempre se encaminan a la mar. Necesitamos tener nuevos proyectos, nuevas aspiraciones, aunque esto nos cree tensiones cuando nos damos cuenta de las dificultades para hacerlos realidad.
La esperanza es tremendamente realista.
- ¡Cuántas ideologías utópicas han llevado a la humanidad al abismo y a la desesperación!
La esperanza lleva a la acción. Esperar un futuro mejor implica ponerse a trabajar.
Una cosa es negociar con la realidad y otra comulgar con ruedas de molino, que solamente nos hunden y que nos impiden progresar. (Juan José Millás,)
Estimados Radioescuchas esto viene a cuento: ahora que se discute el Presupuesto de Egresos de la Federación y las transferencias para estados y municipios.
Gracias al INEGI Hoy sabemos que en 6 años (02 y 08), el número de empleados de los municipios del país creció en 13%, al pasar de 548 mil a 623 mil trabajadores. Pero, en este periodo de seis años el gasto en nómina creció en cerca de 45%. Los costos laborales aumentaron a un ritmo tres veces superior a la contratación de nuevos trabajadores.
Y, también podemos saber que entre 2007 y 2008, -solo en dos años- el total de los gastos municipales creció en más de 52 mil millones de pesos. Es un gasto monumental.
Y fatalmente, estos aumentos a los presupuestos de los ayuntamientos no han venido acompañados de mecanismos para fortalecer la rendición de cuentas. La acumulación de anécdotas sobre corrupción a nivel municipal sería suficiente para publicar un libro o tal vez una enciclopedia.
Para salvar a los municipios del fracaso y del despilfarro, hay que empezar a cambiar la Constitución, y esto solo se consigue en el Congreso de la Unión, y los correspondientes Congresos locales -varias leyes secundarias, o modificar las 31 constituciones estatales-.
Ésta es la parte fácil, lo canijo es encontrar el liderazgo y la voluntad política para lograrlo.
Mientras eso sucede, los mexicanos tendremos municipios libres y opacos.
O a menos que no soslayemos nuestro lugar que nos corresponde en nuestra democracia, que es la participación ciudadana, desde cada trinchera, sobre todo que los llamados organismos ciudadanos y los intermedios, las cámaras y colegios de profesionistas, tomen con sentido democrático su responsabilidad cívica.
En nuestras manos está el futuro de nuestras ciudades y familias.
Y el futuro lo escribimos hoy, con nuestras acciones. En estos tiempos que corren, no viene de más, animarnos a no perder la esperanza.
Y a que esa actitud esperanzada nos lleve a analizar con valentía la realidad -huyendo de las declaraciones y cantos utópicos-, es tiempo para la grandeza y la solidaridad.
Y,… a ponernos objetivos que valgan la pena. Y claro a trabajar por ellos.
¿UD QUE OPINA?
Fuente J Pardinas. Joan Fontrodona ver Síntesis Opinión - Viernes 8
¿UD QUE OPINA?
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